Elisabet Ros

Los desafíos del alma migrante: los 7 duelos de la migración

Todos estamos obligados a vivir en un mundo que se parece poco al terruño del que venimos; todos hemos de aprender otros idiomas, otros lenguajes, otros códigos; y todos tenemos la impresión de que nuestra identidad, tal y como la venimos imaginando desde la infancia, se encuentra amenazada.” Sobre la nostalgia humana del libro de Identidades Asesinas de Amin Maalouf.

Este es un tema que me toca especialmente el corazón. No solo por mis propias vivencias, sino porque tengo el privilegio de colaborar con la Cruz Roja en un proyecto de acompañamiento a personas migrantes, donde trabajamos desde la empatía y la sensibilización. Acompañar estas historias de vida me ha enseñado la gran capacidad de resiliencia de las personas migrantes. Su coraje y humanidad me inspiran profundamente.

 El psiquiatra y profesor Joséba Achotegui definió con gran sensibilidad en su libro que llamó Los 7 duelos de la migración y la interculturalidad, una guía para  comprender lo que muchas personas viven al trasladarse a otro país. No se trata de patologizar el dolor migrante, sino de reconocerlo con respeto y conciencia, para poder acompañarlo y transitarlo con dignidad.

Duelo por la familia y los seres queridos

Uno de los primeros y más profundos duelos que enfrenta un migrante es el duelo por la familia y los amigos. La migración implica dejar atrás la red de apoyo más cercana: los seres queridos, el hogar y, muchas veces, un entorno de seguridad emocional. Este duelo no es solo una pérdida de presencia física, sino también de apoyo, afecto y conexión emocional.

Duelo por la lengua

La lengua es mucho más que un conjunto de palabras; es el reflejo de nuestra identidad, nuestra forma de pensar y sentir. Migrar implica enfrentar el doloroso proceso de perder nuestra lengua materna o, al menos, no poder expresarnos con la misma fluidez y libertad. 

Sin embargo, aprender una nueva lengua se convierte en una oportunidad de crecimiento cultural y personal. Es un proceso desafiante, pero también enriquecedor, que permite abrir nuevas puertas hacia diferentes perspectivas y formas de relacionarnos.

Duelo por la cultura

Cada cultura tiene sus propias costumbres, celebraciones, rituales y formas de entender la vida. La migración trae consigo la pérdida de una parte significativa de nuestra cotidianidad: los olores, los sabores, las tradiciones y hasta la manera de vestir. Este duelo puede sentirse como una pérdida profunda, pero también es una oportunidad para aprender de una nueva cultura. 

La interculturalidad nos invita a fusionar lo mejor de ambos mundos y a redefinir nuestra identidad en un espacio donde lo viejo y lo nuevo se entrelazan.

Duelo por la tierra

La tierra natal tiene un significado emocional único; es el lugar donde crecemos, donde aprendemos a caminar, a vivir y a pertenecer. Cuando migramos, dejamos atrás no solo un paisaje físico, sino también una parte esencial de nuestra identidad: el clima, los sonidos, los colores, los paisajes que nos formaron. Aprender a amar una nueva tierra es una parte importante del proceso de adaptación, pero nunca debemos olvidar nuestras raíces.

Duelo por el estatus social

La migración, en muchos casos, se realiza con la esperanza de mejorar las condiciones de vida. Sin embargo, muchos migrantes se enfrentan a una pérdida significativa de estatus social al llegar a un nuevo país. Profesionales que en su tierra natal ocupaban puestos destacados pueden verse forzados a comenzar de nuevo, en trabajos menos cualificados o sin el mismo reconocimiento. 

Este duelo puede ser doloroso, pero también nos recuerda que el valor de una persona no está en su título o puesto, sino en su esencia, su humanidad y lo que aporta al mundo.

Duelo por el grupo de pertenencia

El grupo de pertenencia, ya sea la familia, los amigos o la comunidad, nos da identidad y seguridad. Al migrar, el grupo de pertenencia cambia. Las costumbres, las creencias y las formas de relacionarnos son diferentes en el nuevo país, lo que puede hacer que el migrante se sienta como un extraño en su nuevo hogar. 

Este duelo es una invitación a expandir nuestra noción de pertenencia. A medida que aprendemos a crear nuevos círculos de apoyo, también ampliamos nuestra visión del mundo, conectando con lo diverso y abrazando nuevas formas de ser.

Duelo por los riesgos físicos

La migración conlleva riesgos físicos: desde las condiciones de vida precarias hasta la discriminación o el racismo. El miedo a la exclusión o a la violencia puede generar un duelo profundo relacionado con la inseguridad y el dolor de sentirse no bienvenido

Sin embargo, la resiliencia es una característica destacada de los migrantes, quienes a menudo encuentran fuerza en sus comunidades, en su fe y en su capacidad de resistencia.

El camino hacia la integración y el renacimiento

A pesar de los duelos y desafíos que la migración implica, este proceso también es una oportunidad para renacer y reconfigurar nuestra identidad. El migrante no solo enfrenta pérdidas, sino que también puede encontrar una versión más rica y plena de sí mismo. La migración nos invita a abrir nuestras mentes y corazones, a redefinir quiénes somos en un mundo diverso y multicultural.

Cuando acompañamos a los migrantes con empatía, comprensión y respeto, podemos ser testigos de su transformación, ayudándoles a transitar sus duelos con dignidad y apoyo. La migración es un viaje de crecimiento y renacimiento, tanto para quienes migran como para las comunidades que los acogen.

Reflexión final: El verdadero hogar está en el corazón

A lo largo de nuestra vida, buscamos puntos de apoyo externos: en las personas, en las circunstancias, en el entorno que nos rodea. Sin embargo, son nuestras crisis las que nos enseñan que los puntos de apoyo más firmes y estables están dentro de nosotros mismos

Cada duelo migratorio es una invitación a encontrar ese hogar interno, ese lugar de pertenencia que nadie puede arrebatarnos. Desde allí, podemos reconstruir nuestras vidas y redescubrir nuestro propósito.

Escrito por Elisabet Ros, Terapeuta transpersonal y especialista en duelo.