Los incendios que este verano han arrasado amplias zonas de Galicia, han dejado una impronta que se hará sentir durante mucho tiempo en la región.
Los incendios se llevaron bosques, amenazaron vidas de personas y animales, dañaron hogares y negocios, y destruyeron proyectos personales.
En contextos de catástrofe, afrontar la pérdida material supone un desafío complejo que requiere tiempo y esfuerzo, comparable a la recuperación física del territorio.
Cómo Afrontar las Pérdidas Materiales
Perder un hogar, un negocio o pertenencias valiosas puede despertar sentimientos de impotencia, rabia, tristeza o desesperanza. Guardan recuerdos, historias familiares y años de esfuerzo. Enfrentarse a esta nueva realidad despierta un proceso de duelo personal que se entrelaza con el de la comunidad.
Algunas estrategias que pueden acompañar en este camino son:
- Reconocer y permitirnos sentir: Tomar consciencia de la magnitud de la pérdida, darnos permiso para expresar lo que necesitamos y legitimar nuestras emociones.
- Priorizar lo esencial: En caso de que la magnitud de la pérdida material sea muy grande, resulta fundamental buscar orientación en las administraciones públicas y en las compañías de seguros para facilitar los trámites y planificar la reconstrucción. El proceso de duelo puede empezar una vez que las necesidades básicas están aseguradas. En un primer momento, lo prioritario es garantizar lo esencial: alimentación, abrigo y seguridad para la familia, ya que sobre esta base se podrá avanzar hacia la recuperación emocional y material.
- Honrar lo que fue: Ofrecer un espacio simbólico a lo perdido, reconociendo que los objetos representaban vivencias y sentimientos que permanecen en nuestro interior, y abrirnos desde ahí a nuevas oportunidades que no son mejores ni peores, sino simplemente diferentes.
- Buscar contención: No afrontar el duelo en soledad, sino encontrar espacios seguros donde poder desahogarnos. No se trata de lugares que alimenten el dolor, sino de ámbitos que lo acogen y permiten expresarlo, ofreciendo apoyo a través de la comunidad cercana, grupos de acompañamiento en duelo o profesionales especializados, para desde ahí facilitar los primeros pasos hacia la reconstrucción tras la pérdida.
La resiliencia de las comunidades
La resiliencia es la capacidad de sobreponerse a la adversidad y encontrar nuevas formas de avanzar tras una situación traumática. En el caso de catástrofes como los incendios en Galicia, esta fortaleza no solo se expresa a nivel individual, sino que se construye colectivamente, a través de la unión y la cooperación entre personas y comunidades. Reconstruirse después de este tipo de pérdidas implica no únicamente levantar infraestructuras, sino también recomponer vínculos, recuperar la confianza y generar aprendizajes que fortalezcan la preparación ante el futuro.
La resiliencia comunitaria se nutre de:
- Redes de apoyo: Familias y vecinos que colaboran en la recuperación de hogares y espacios compartidos.
- Voluntariado y cooperación: Personas y entidades que aportan recursos, acompañamiento o trabajo directo en la reconstrucción.
Compartir experiencias y aprendizajes: Reflexionar sobre lo vivido y transformar ese conocimiento en mejoras para la prevención y la respuesta ante posibles desastres.
Aprendizaje colectivo tras una catástrofe
De todas las situaciones, aún de las más tristes y adversas, podemos extraer algún aprendizaje. Los incendios en Galicia han evidenciado la relevancia de la prevención, la conciencia ambiental y la planificación comunitaria. Esta experiencia compartida ofrece la oportunidad de:
- Reforzar la capacidad de adaptación frente a situaciones difíciles.
- Reevaluar prioridades tanto personales como comunitarias, enfocándose en lo verdaderamente esencial.
- Promover la empatía y la solidaridad, entendiendo que el sufrimiento compartido puede transformarse en apoyo mutuo.
Conclusión
Los incendios en Galicia nos recuerdan el gran impacto que dejan las catástrofes en las personas y en sus comunidades. Al mismo tiempo, muestran que la resiliencia, tanto individual como colectiva, puede abrir caminos de reconstrucción y esperanza.
Afrontar el duelo, apoyarse en la comunidad y aprender de cada experiencia nos permite transformar el dolor en conciencia y fortaleza, creando así sociedades más solidarias y preparadas para el futuro. Porque incluso en medio de la pérdida, la capacidad de cuidarnos mutuamente y de reconstruir juntos es lo que nos devuelve la confianza en la vida.
Escrito por Elisabet Ros, Terapeuta transpersonal – especialista en duelo.