Elisabet Ros

Un duelo global que nos llama a despertar y reconstruir

“El dolor ajeno no es tan ajeno y la herida de la Tierra es también la nuestra” 

 

El duelo global o colectivo es el proceso de pérdida que se vive simultáneamente en personas de una misma comunidad o sociedad, con impacto tanto individual como grupal. No se trata solo de una muerte o catástrofe puntual, sino de un dolor compartido que se instala en los ambientes que habitamos. 

 

Esta situación activa emociones difíciles: impotencia, tristeza, rabia, ansiedad y mucha confusión. Es una manifestación legítima y colectiva de dolor que una vez reconocido y nombrado nos permite empezar a actuar al respecto. 

Cómo nos afecta: retos globales que nos conmueven

Actualmente, estamos atravesando circunstancias que están marcando nuestro presente como humanidad y afectan nuestra salud emocional, mental y social como:

  • Pandemias y crisis sanitarias que generaron pérdidas y aislamientos globales.
  • Conflictos bélicos e injusticias que golpean la dignidad y los derechos humanos.
  • Cambio climático, contaminación y crisis ambiental, con temperaturas extremas y eventos naturales de gran virulencia.
  • Pérdida de biodiversidad, deforestación, extinción de especies.
  • Caída de valores comunitarios, desequilibrio y desconfianza en el futuro.

Emociones que emergen: ansiedad, tristeza, rabia, impotencia

Frente a estas realidades globales, muchas personas experimentan diversas emociones intensas, tales como:

  • Ansiedad climática o ecoansiedad, un temor persistente al colapso ambiental y futuro incierto 
  • Tristeza o duelo ecológico, por paisajes desaparecidos, especies perdidas o territorios degradados 
  • Rabia e indignación frente a la injusticia y la indiferencia sistémica.
  • Preocupación por el futuro de las próximas generaciones: nos duele lo que dejamos a nuestros hijos.
  • Impotencia y desorientación, como si no fuera posible marcar la diferencia.

La conexión que no podemos ignorar: lo que afecta a unos, nos afecta a todos

Nuestra sociedad está interconectada: lo que sucede en una parte golpea el conjunto.

Este entrelazado revela algo fundamental: la salud mental, el medioambiente y la justicia social son dimensiones de una misma red. Una ciudad sin naturaleza genera estrés y aislamiento, igual que un sistema social injusto genera violencia.

 

Reconocer que todo está entrelazado es un acto de madurez y responsabilidad, tanto individual como colectiva, que nos devuelve a nuestra condición de seres humanos responsables y conscientes.

Acciones concretas para ser el cambio que esperamos ver en el mundo

Frente a la magnitud de los desafíos globales, es fácil caer en la parálisis o la impotencia. Sin embargo, el cambio más profundo no comienza afuera, sino dentro de cada uno de nosotros. Aquí te comparto algunas ideas para comenzar desde lo cotidiano y accesible:

 

  1. Conócete a ti mismo: Es el punto de partida. Escucha tus emociones, revisa tus valores y observa tus reacciones frente a lo que pasa en el mundo. La lucidez interior nos permite actuar con más claridad, inteligencia y coherencia.
  2. Consume con consciencia: Cada decisión de consumo es una elección ética y ambiental. Compra menos, elige mejor, apoya productos que respeten la vida y el planeta. Lo que eliges tiene poder, incluso aunque no lo veas al instante.
  3. Comunicación no violenta: Las palabras construyen realidades. Observa cómo hablas, cómo escuchas, y si alimentas el juicio o la empatía.Transformar el mundo empieza también por el modo en que nos relacionamos en lo cotidiano.
  4. Cuida lo que alimenta tu mente: El contenido que consumes afecta profundamente tu energía y tu perspectiva. Elegir conscientemente qué lees, qué ves y a qué le das espacio es un acto de higiene emocional y compromiso con tu salud mental.
  5. Educa con el ejemplo: La mejor enseñanza es el ejemplo diario. Nuestras hijas e hijos, y las nuevas generaciones, aprenden con el ejemplo. Mostrarles una forma más amable, consciente y comprometida de vivir es una parte esencial de nuestra responsabilidad como adultos.
  6. Actúa, aunque sea en pequeño: Puedes empezar uniéndote a una causa local, a una red vecinal, a una iniciativa solidaria o ecológica. No subestimes el poder de las acciones pequeñas cuando están conectadas con otras. El cambio colectivo se teje desde ahí.
  7. Infórmate y contrasta: La desinformación genera miedo, parálisis y división. Algo muy positivo contra esto es buscar fuentes fiables y ampliar nuestro conocimiento sobre los problemas globales y las posibles soluciones. Saber con profundidad nos da herramientas para actuar con sentido y propósito.
  8. Confía en nuestra capacidad de adaptación: La historia humana nos ha mostrado que hemos atravesado crisis profundas, pero también hemos sido capaces de reinventarnos. Lo esencial es no rendirse, seguir aprendiendo y sostener la esperanza en acción.

Conclusión: esperanza y coherencia, el verdadero cambio

El duelo colectivo que estamos viviendo actualmente puede ser también un punto de inflexión para la humanidad. Un llamado a despertar, a reconectar con lo esencial y a reconstruir los valores que nos hacen auténticos seres humanos. 

Lo que le pasa a una parte, le afecta al todo. Si algo bueno comienza en ti, inevitablemente tendrá su efecto positivo en el mundo que te rodea.

Estamos a tiempo. El momento de actuar es ahora.

Elisabet Ros, terapeuta transpersonal y especialista en duelo.