Cuando damos el primer paso en el camino del autoconocimiento y el crecimiento personal, descubrimos que las pérdidas y las crisis forman parte importante de nuestra experiencia vital. Todo proceso de crecimiento implica momentos de duelo, pues crecer es aprender a soltar lo viejo para abrazar lo nuevo. Mirar hacia adelante y aceptar lo que se quedó atrás convierte la vivencia en fuerza vital para seguir avanzando.
Al adentrarnos en el autoconocimiento, es frecuente que nuestras identificaciones previas empiecen a derrumbarse, generando crisis más o menos profundas: separación de pareja, enfermedad, muerte de un ser querido, pérdida del trabajo o de una mascota. Normalmente no elegimos estas circunstancias, pero nos adentran en las profundidades del alma, revelándonos un sentido mucho más amplio de la vida.
¿Qué significa transpersonal?
La palabra “transpersonal” hace referencia a aquello que está “más allá de la persona”, del yo o del ego. Se conecta con la dimensión espiritual del ser humano, con el camino de transformación que se inicia cuando nos planteamos: “¿Quién soy?”. Algo en nuestro interior se abre al misterio de la conciencia, más allá de las máscaras construidas para relacionarnos con el mundo.
Según Carl Jung, “el ego es el centro de la consciencia, el centro de la identidad y de la percepción individual.” Para que algo sea consciente debe entrar en contacto con nuestro ego.
En los procesos que acompaño la expansión de consciencia se traduce en un viaje que se desarrolla en la revisión de aspectos importantes de lo personal hasta el reconocimiento de lo transpersonal y espiritual. Es una propuesta de autoconocimiento y trabajo que se inicia en la personalidad para construir un ego maduro capaz de rendirse ante lo trascendente.
La espiritualidad, en este sentido, sería el cultivo de la esencia que habita en nosotros. Es la conciencia de que hay una parte de nuestro ser que va más allá de lo físico y que se vincula con un sentido superior. A medida que buceamos en nuestro interior, sostenemos la incomodidad de lo nuevo y descubrimos que no somos solamente nuestro cuerpo, emociones, pensamientos, deseos o historia. Aquello que tanto nos ha dado seguridad se tambalea y comienza a perder sentido.
La psicología transpersonal
A finales de los años sesenta, algunos psicólogos humanistas sintieron que la visión de la psicología humanista era insuficiente para abarcar la totalidad del ser humano. Una vez más, fue Abraham Maslow quien dio el primer paso hacia la creación de una cuarta fuerza dentro del campo de la psicología, a la cual se nombró como psicología transpersonal.
Por lo tanto, la psicología transpersonal nace como un nuevo paradigma para dar respuestas a las necesidades de una sociedad que ya no podía acoger ni el conductismo ni el psicoanálisis, se asienta fundamentalmente en la psicología humanista y ambas son el fruto del esfuerzo de Abraham Maslow que en 1968 escribió:
“En mi opinión, La psicología humanista – la tercera fuerza de la psicología- es una disciplina de transición, un estado intermedio en el camino que conduce hacia una cuarta fuerza de la psicología, una psicología transpersonal, una psicología transhumana todavía “más elevada” que no se centre tanto en los intereses humanos como en el cosmos, una disciplina que vaya más allá de la humanidad, la identidad, la autorrealización y similares”.
Como bien dice Frank Visser, en su libro “Ken Wilber o la pasión del pensamiento”: aunque la psicología transpersonal no estaba realmente interesada en introducir indiscriminadamente en el campo de la psicología nociones del pensamiento religioso elaboradas por la humanidad a lo largo de los siglos, resultó casi inevitable que los primeros psicólogos transpersonales apelasen, para establecer su visión de las dimensiones espirituales, a las tradiciones místicas de oriente y occidente.
Influencias y convergencias orientales y occidentales
Según Roberto Assagioli, la evolución de la Psicología en el siglo XX pasa del sometimiento al positivismo del que se libera para orientarse hacia un sentido más amplio y espiritual. Existe una tendencia a la ampliación, a la universalidad y a la síntesis. A ello ha contribuido en gran medida el mayor conocimiento, tanto de profundidad como en extensión, de los conceptos espirituales de otros pueblos; sobre todo de los orientales y, en particular, de los hindúes.
Se puede decir que con ello se inició la verdadera síntesis cultural y espiritual entre oriente y occidente, cuyo alcance y consecuencias pueden llegar a ser enormes, a su entender, la unificación interna y sustancial, de toda la humanidad. La tendencia a la interiorización y la experiencia espiritual directa, se manifiesta en el creciente interés por la mística y por los métodos de disciplina y de conquista interiores: concentración, meditación, iluminación, yoga, etc.
Un nuevo paradigma holístico
Otro punto importante es la necesidad de llevar la espiritualidad a la vida cotidiana, tanto a nivel individual como social. Nos encaminamos hacia una espiritualidad integral que contempla el hombre en su totalidad sin oposición entre corazón y mente, entre alma y cuerpo o entre la vida interior y la práctica, y que se hace extensiva a la vida social. Asistimos a un rápido crecimiento de la labor, búsqueda y despertar espirituales de un número cada vez mayor de personas. Esta nueva corriente engloba un nuevo paradigma capaz de integrar las visiones de oriente y occidente y, en última instancia, trascender ambas.
El énfasis transpersonal enfoca el proceso terapéutico en el reconocimiento de la espiritualidad y las necesidades trascendentales como aspectos intrínsecos de la naturaleza humana, actualizando temas psicológicos antes ignorados como la conciencia cósmica, la trascendencia, el éxtasis, las experiencias místicas, la teoría y la práctica de la meditación o la sinergia interindividual y entre las especies.
Es una mirada que integra y acoge al ser humano como una totalidad. Las nuevas orientaciones transpersonales se basan en fuentes pertenecientes a figuras como Carl Jung, Roberto Assaglioli, Abrahan Maslow, Stanislav Groff, Carl Rogers Wallsh, Vaughan, Charles Tart, Daniel Goleman y Ken Wilber.
Beneficios del acompañamiento transpersonal en el duelo
Bajo la mirada amable y expansiva de la visión transpersonal, no se trata de “arreglar” nada, sino de comprender y reconciliar aspectos internos. Así, la terapia transpersonal favorece la expansión de la consciencia y no se centra exclusivamente en resolver conflictos o alcanzar un ideal. Más bien, busca que la persona acepte su realidad tal cual es, requiriendo un proceso de autocomprensión y consciencia.
Entre las herramientas utilizadas —como la escucha activa, la respiración consciente, la escritura terapéutica y la revisión de la historia personal— se persiguen beneficios como:
- Alivio emocional: Permite el desahogo y transmite esperanza en momentos de dolor.
- Integración de duelos: Facilita la revisión de asuntos pendientes para vivir con mayor plenitud.
- Creencias expansivas: Ayuda a reconstruir creencias más positivas tras una pérdida significativa.
- Lectura de aprendizajes: Proporciona herramientas para encontrar aprendizajes en experiencias difíciles.
- Resignificación de la experiencia: Acompañamiento en el proceso de dar nuevo significado a lo ocurrido.
- Autoconocimiento: Fomenta el desarrollo de cualidades personales y transpersonales para acompañar a otros.
- Transformación: Te acompaña para convertir el dolor en amor y conexión
Aceptar el dolor para liberarlo
Aceptar la realidad de lo que está sucediendo nos lleva, la mayoría de las veces, a enfrentarnos al dolor. El dolor que supone recordar y ponerse en contacto con determinadas circunstancias vitales, olvidadas o evitadas de manera incluso inconsciente. Nuestro cerebro está preparado para evitar el dolor, por lo que, de forma automática y por una cuestión de pura supervivencia la opción más rápida será la activación de todos los mecanismos necesarios que nos permitan no entrar en contacto con aquello que nos resulta doloroso.
Sucede que evitar el dolor no hace que desaparezca, sino que permanece agazapado detrás de relatos que crea nuestra mente para dar sentido a nuestras conductas y decisiones, esperando a la próxima crisis, al próximo duelo para poder expresarse al fin.
Parar y reconocer el dolor, permanecer en la incomodidad “desnudos” y abiertos al sentir es, sin duda, la opción más difícil, pero a la larga la más beneficiosa.
Si este artículo te ha parecido interesante te invito a descubrir más recursos en mi web y a descubrir cómo la terapia transpersonal puede ayudarte a avanzar hacia una vida más consciente y plena.
LECTURAS RECOMENDADAS
- Sobre el duelo y el dolor, Elizabeth Kübler Ross y David Kessler. Ed. Luciérnaga
Escrito por Elisabet Ros, terapeuta transpersonal y especialista en duelo.