El duelo es una experiencia universal y, a la vez, una de las más complejas. Desde que Elisabeth Kübler-Ross publicó Sobre la muerte y los moribundos (1969), su modelo de las cinco fases del duelo (negación, ira, negociación, depresión y aceptación) se ha convertido en un referente en la comprensión de la muerte y la pérdida. Lejos de quedar obsoleto, este enfoque ha seguido evolucionando y expandiéndose con los años.
La vigencia de su modelo radica en su capacidad de ofrecer claridad y humanización del proceso de duelo, sirviendo de brújula para quienes atraviesan una pérdida y para quienes desean ofrecer apoyo. Aunque no existe una “forma correcta” de transitar el dolor, ni un orden lineal para estas fases, la propuesta de Kübler-Ross proporciona lenguaje y validación a quienes necesitan comprender sus emociones en momentos de gran vulnerabilidad.
Un modelo que ofrece claridad en medio del dolor
Originalmente, Kübler-Ross diseñó su modelo para acompañar a pacientes terminales y a sus familias en el proceso de enfrentar la muerte. Sin embargo, se ha comprendido que sus fases pueden aplicarse a muchas otras formas de pérdida: una ruptura amorosa, un cambio de vida drástico, o incluso la pérdida de identidad o sueños.
En esencia, su modelo de las cinco fases del duelo sirve como un faro de claridad para quienes transitan el dolor de la pérdida. Nombrar las emociones que surgen en el proceso de duelo (como la ira o la tristeza) y normalizar su existencia puede disminuir la confusión e inseguridad que tan a menudo acompañan a la pérdida. En este sentido, el modelo de Kübler-Ross sigue siendo una herramienta humanizadora: amplían nuestro entendimiento y el duelo deja de ser un tabú para convertirse en un proceso cada vez más comprensible y compartido.
Con los años, nuevas aportaciones amplían nuestra comprensión del duelo sobre cómo vivirlo y acompañarlo con nuevas perspectivas que lo enriquecen. Por este motivo, continuamos explorando, integrando y adaptando herramientas para brindar un acompañamiento cada vez más humano y compasivo.
La sexta fase de Kessler: Encontrar un propósito en la pérdida
David Kessler, discípulo y colaborador de Kübler-Ross, propuso una sexta fase adicional: el propósito. Según Kessler, ir más allá de la aceptación implica descubrir un sentido dentro de la experiencia de dolor.
La existencia humana está marcada por la impermanencia, y cada duelo nos enfrenta con nuestra propia finitud. Viktor Frankl, en su Logoterapia, nos recuerda que el sufrimiento se vuelve más llevadero cuando encontramos un propósito en él. Al incluir esta fase en el modelo de Kübler-Ross, comprendemos que el duelo no se limita a algo que “superamos”, sino que puede incorporarse a nuestra vida de un modo que nos lleve al crecimiento y a una nueva visión de la realidad.
La búsqueda de significado puede manifestarse de muchas formas: honrando el legado de quien hemos perdido, ayudando a otros en su proceso de duelo o simplemente encontrando una nueva perspectiva sobre la vida. No se trata de una etapa obligatoria ni de un paso que llegue de forma inmediata, pero para muchas personas se convierte en una parte fundamental que refuerza y da sentido a su proceso de recuperación.
Una visión más amplia: filosofía, espiritualidad y pedagogía
El duelo es un asunto de reflexión filosófica y, para muchas personas, un camino espiritual. En los últimos años, diversas disciplinas han enriquecido nuestra visión sobre este proceso, al aportar miradas complementarias que permiten comprenderlo de un modo más amplio:
- Desde la filosofía, el duelo se ha explorado como una experiencia que nos confronta con la impermanencia y la naturaleza efímera de la existencia. Desde los filósofos clásicos como los estoicos hasta los pensadores como Heidegger o Nietzsche han concebido la muerte como parte esencial de la vida. Además, autores como Ken Wilber y Stanislav Grof hablan del duelo desde perspectivas que integran la espiritualidad, el desarrollo del Ser y la trascendencia.
- Desde la espiritualidad, muchas tradiciones han visto el duelo como una oportunidad de transformación interna. El budismo, por ejemplo, nos habla de la impermanencia y de la compasión para aliviar el sufrimiento propio, mientras que las tradiciones chamánicas ven el duelo como un rito de paso hacia una nueva identidad.
- Desde la pedagogía, el duelo se ha integrado en el ámbito educativo y social para ayudar a las nuevas generaciones a desarrollar una relación más sana con la pérdida. Fomentar conversaciones sobre la muerte y el duelo desde edades tempranas puede ayudar a construir sociedades más empáticas y resilientes.
- Desde la psicología y la neurociencia, se ha demostrado que el duelo impacta el cerebro de manera similar a un trauma, alimentando la aparición de modelos contemporáneos con investigaciones muy interesantes sobre este fenómeno.
Como podemos observar no hay un modelo universal válido para todos, sino que hay diferentes enfoques y aportaciones que vienen a ampliar nuestra comprensión sobre este importante proceso vital. Por este motivo, es primordial seguir explorando diferentes perspectivas, con el objetivo de ofrecer el mejor acompañamiento posible a quienes atraviesan un proceso de pérdida, adaptándolo siempre a su contexto y necesidades.
El duelo en el mundo actual: Más necesario que nunca
La evolución del modelo con la sexta fase de Kessler, junto con los aportes de otras disciplinas, nos recuerda que el verdadero propósito de cualquier modelo de duelo es ayudar a las personas a transitarlo con mayor amor y consciencia.
Hoy, en un mundo donde las pérdidas son constantes ya sea por las pandemias, crisis sociales, guerras, migraciones o cambios personales, el modelo de Kübler-Ross sigue siendo una herramienta valiosa. En un tiempo donde la muerte sigue siendo un tabú y el dolor a menudo se vive en soledad, comprender el duelo no lo hace menos doloroso, pero sí más humano. Y quizás, en esa comprensión, podamos encontrar un faro de luz en medio de la pérdida.
Escrito por Elisabet Ros
Terapeuta transpersonal, especialista en duelo