Elisabet Ros

El arte como elemento transformador en los procesos de duelo

“El arte es la expresión de los más profundos sentimientos por el camino más sencillo” —Albert Einstein

El arte, en sus múltiples manifestaciones, ofrece un camino transformador para quienes atraviesan un proceso de duelo. No solo ayuda a liberar el dolor, sino que también conecta con lo sagrado y lo trascendental, emergiendo como un refugio imprescindible en momentos de pérdida. En una sociedad donde la muerte sigue siendo un gran tabú, el arte cumple una función educativa, ofreciendo a individuos y comunidades la oportunidad de explorar, reflexionar y comprender los misterios de la vida y la muerte.

El poder del arte en la expresión emocional

El cine, la escultura, la pintura, la música, la danza o la escritura son lenguajes universales que nos permiten proyectar afuera las emociones que vivimos en el interior. Al tomar esa distancia, podemos comprender qué nos sucede y encontrar nuestros puntos fuertes para sobrellevar el duelo.

El arte hace posible expresar lo que no podemos verbalizar, especialmente cuando sentimos que parte de nosotros mismos se ha marchado con la persona o situación perdida. Este proceso de desenredar el mundo emocional y reorganizar los recuerdos de manera simbólica resulta liberador y sanador. Así, la creatividad nos reconecta con la vida y con lo más importante de nosotros mismos.

El arte nos invita a desarrollar la intuición, a colocar la razón en un segundo plano y a permitir que la emocionalidad y la sensibilidad se expresen. Esa vuelta a la creatividad forma parte de nuestra memoria ancestral. Podemos observarlo, por ejemplo, en el comportamiento de los niños pequeños, siempre dispuestos a cantar, bailar, dibujar y crear sin vergüenza ni juicios.

Asimismo, el arte nos acerca a las experiencias de otras personas a lo largo de la historia. El hecho de vibrar en sintonía con quienes han sufrido pérdidas similares, aunque en diferentes lugares y épocas, nos ayuda a sentir que formamos parte de un gran tejido humano. De esta manera, las expresiones artísticas y culturales de nuestros antepasados nos conectan con lo comunitario, recordándonos que no estamos solos en nuestro dolor.

La creatividad y la persona

La capacidad de conectar con la creatividad es algo que poseemos desde la infancia. Basta con observar a los niños para ver cómo cantan, bailan, se mueven y pintan de manera espontánea, sin preocuparse por el juicio externo. Esa habilidad innata, sin embargo, se va desdibujando a medida que entramos en la edad adulta, debido a condicionamientos sociales, laborales o personales. Aun así, nuestro potencial creativo permanece latente en lo profundo de nuestro ser.

Redescubrir la creatividad no solo implica retomar actividades artísticas —como el teatro, la danza, la pintura, la cocina, la decoración o la fotografía—, sino también atreverse a explorar aspectos menos evidentes de nuestra expresión personal, como la poesía o la escritura introspectiva. Cada persona puede encontrar su propia vía de creatividad para canalizar emociones, expresar ideas y forjar un espacio de transformación personal. De esta forma, la creatividad deja de ser un mero recuerdo de la infancia para convertirse en una herramienta que nos acompaña a lo largo de toda la vida, aportando bienestar, conexión y nuevas perspectivas.

Beneficios de la creatividad en el duelo según la psicología

Abraham Maslow, precursor de la psicología transpersonal, observó que las personas sanas y creativas presentan cualidades como autoconfianza, expresividad, apertura a la belleza y espontaneidad. Según sus estudios, la creatividad ayuda a reducir la ansiedad en situaciones nuevas, fomenta la jovialidad y mejora la capacidad de toma de decisiones difíciles.

Además, la neuroestética —disciplina que investiga las bases biológicas de la percepción de la belleza— ha demostrado que la experiencia de lo bello activa áreas cerebrales relacionadas con la reparación emocional. Por ello, rodearnos de elementos armónicos y bellos despierta algo similar en nuestro interior, liberando lo más noble y resiliente del ser humano.

Recursos artísticos para transitar el duelo

Cuando conseguimos expresar y comunicar bien, nuestra energía psíquica fluye más libremente y nos sentimos desbloqueados. Entramos en contacto con nuestras emociones y sentimientos más elevados, recuperamos nuestra capacidad de expresarnos y recuperamos la confianza en nosotros mismos.

A continuación, describo algunos recursos del arte que, bien empleados, pueden ayudarnos a transitar los difíciles momentos que se viven en el duelo.

Escritura terapéutica

La escritura es una de las herramientas más poderosas para desahogar y clarificar sentimientos. Llevar un diario de duelo, redactar cartas que no se envían (para luego quemarlas o convertirlas en parte de un ritual), reescribir sucesos pasados o explorar la escritura automática son ejercicios que permiten aliviar la carga emocional y ordenar el mundo interior.

Lectura terapéutica

Selección de libros que inspiran, acompañan y refuerzan la comprensión de la muerte. Obras filosóficas, espirituales o relatos autobiográficos de autores que han trascendido situaciones difíciles ofrecen un faro que ilumina el proceso de sanación.

Teatro filosófico

El teatro nos permite representar valores, emociones y conflictos de la vida cotidiana. Al igual que en la realidad, re-interpretamos hechos y situaciones para reflexionar, lo que facilita el cambio de perspectiva y la toma de conciencia. De esta manera, se generan catarsis personales y colectivas que contribuyen a procesar el duelo.

Pintura

A través del color y las formas, manifestamos nuestros sentimientos sin tener que verbalizarlos. Explorar el simbolismo de los colores (por ejemplo, el rojo asociado a la rabia o la pasión) ayuda a profundizar en el autoconocimiento.

Arcilla y barro

Estos materiales, modelados con las manos, permiten liberar emociones intensas como la ira. Su naturaleza tangible y flexible facilita la expresión visceral, transformando la energía reprimida en un acto creativo y liberador.

Escultura

El tacto, la forma y la dimensión de los elementos empleados (madera, barro, piedra, etc.) involucran todo el cuerpo en la creación. Esta experiencia tridimensional potencia la conexión con el momento presente y posibilita la liberación emocional.

Danza

La danza favorece la integración de los procesos cognitivos, emocionales y corporales. Prestando atención a las sensaciones físicas y a la expresión corporal, se abre un canal para reconocer y transformar el dolor emocional. Este reencuentro con la libertad de movimiento fortalece la confianza y la autoestima.

La creatividad como un proceso universal

La creatividad existe desde los albores de la humanidad, como demuestran las pinturas rupestres, los rituales y la arquitectura ancestral. En la antigua Grecia, templos como los de Epidauro o Pérgamo funcionaban en parte como hospitales y contaban con teatros, espacios musicales y estadios para fomentar la salud integral del cuerpo, el alma y el espíritu. Estas civilizaciones comprendieron que el bienestar también depende del placer de los sentidos, la expresión libre y la armonía.

En mi experiencia personal y profesional, he constatado cómo el Arte es un catalizador de emociones, sentimientos y potencia lo mejor de nosotros. Por este motivo, integrar los procesos terapéuticos con los recursos del arte es una parte esencial de mi trabajo como acompañante.

Espero que estas reflexiones te hayan resultado útiles y necesarias. 

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Escrito por Elisabet Ros, terapeuta transpersonal y especialista en duelo.